- Pensamiento
- Sentimiento
- Energía Sexual
- Magnetismo personal
- Manera de ser
- Forma de vestir
- Manera de hablar
- Forma de mirar
- Forma de moverse
- Suscitar curiosidad
El conjunto de barreras naturales creadas por una persona separan aquello intimo de lo no intimo, y esto se relaciona directamente con lo que en publicidad se conoce como el "Top of Hearth" (El espacio que una marca ocupa en el corazón de las personas) y el "Top of Mind" (la primera marca que se viene a la mente de manera espontánea cuando se menciona determinado tipo de producto). Toda persona tiene más de un punto débil, que escapa a su intimidad, y que a través de ellos se puede estimular cualquier tipo de sensaciones.
Gilles Lipovetsky, en su libro "LA TERCERA MUJER", propone un contexto bastante interesante para analizar la estrecha relación entre la sensualidad y el comercio. Todo parte de la cultura, y de cómo ella influye en comportamientos propios de cada género, suscitando nuevos deseos.
La Primera Mujer de la categorización de Lipovetsky corresponde a aquella figura creada hace miles de años, en donde la mujer es un mal necesario, un ser inferior, documentada por griegos, romanos y cristianos como un ser tramposo y funesto. En la edad media surgió el "código de amor cortesano", que rindió culto al ser amado y resaltó a la mujer como perfecta moral y estéticamente. En los siglos 18 y 19 los filósofos, ideólogos y poetas rinden culto a las esposas, madres y educadoras, y ésta es la que se conoce como la Segunda Mujer. Sin embargo, no es reconocida aun como sujeto igualitario y autónomo, sino que apenas es considerada como civilizadora de comportamientos y costumbres. Luego, a mediados del siglo 20, surge la Tercera Mujer. Rechaza el modelo masculino, el trabajo y la atrofia sentimental. No envidia el lugar de los hombres, ni es dominada por el deseo (Es importante aclarar que tampoco es compatible con el feminismo).
Esta tercera mujer responde al llamado de ser alguien en el mundo, de ser reconocida tanto en derechos como en deberes, y a partir de allí se da pié a la liberación femenina. Desde ese momento, el interés del hombre por mujeres diferentes a las de su hogar se hace mas evidente, y se crea la figura de que "El Sexo Vende".
La fórmula mágica de mostrar publicidad con mujeres objeto de deseo se posicionó como una estrategia infalible, al menos acá en el occidente. Las grandes marcas utilizaron modelos que se crearon como estereotípos, ofreciendo productos también muy sensuales. El lujo, por ejemplo, que en tiempos pasados representaba poder, hoy en día tiende a ser mucho mas sensual. Marcas como Baileys, Absolut, Victorias Secret, Gucci, entre otras, no podrían concebir un mundo publicitario sin mujeres perfectas, basándose siempre en el principio psicológico: lo que va dirigido a los hombres debe incluir sexo, y lo que va dirigido a las mujeres debe incluir romance. Esta es la primicia publicitaria que siguen las grandes marcas hoy en día, basándose en el principio de la Sensualidad.
Sin embargo, la cultura se propone como un factor altamente determinante. Cuando Coca Cola lanzó su primer comercial en el oriente, de inmediato fué censurado. Allí no se concibe la idea de que una mujer semidesnuda ofrezca refrescos. La globalización exige entonces que se conozca la cultura de los diferentes pueblos, a fin de evitar malentendidos, y dicha cultura es algo que pertenece a lo íntimo de las personas (la cultura será tratada mas profundamente en otra entrada).
Pensemos por ejemplo en una tienda de ropa interior femenina. Para un hombre, una prenda interior femenina se convierte en un fetiche altamente sensual. Sin embargo, cuando entramos a una tienda de éstas nos sentimos bastante incómodos. Ahí lo íntimo de la mujer se libera, mientras que lo íntimo del hombre se encierra, resultando en un efecto inverso por el cual dicha tienda llega a seducir más a la mujer que al hombre. A medida que se incorporan objetos que despierten el interés del hombre, como afiches, modelos o maniquies, la intimidad del hombre empieza a abrirse, a tal punto que raya lo ilógico y se transmuta en aquello que nos dejó el gen X; todo hombre, cuando pasa mas de 10 minutos en una tienda de ropa interior femenina, se vuelve afeminado, y este efecto dura hasta pasado un rato de salir de dicha tienda.
La sensualidad es un poder que se nos concede para lograr expresar aquello que con palabras no podemos (o no sabemos). Lo mismo ocurre con los productos; conozco la historia de señores calvos que usan champú anticaspa; son simplemente sensuales, nos atraen y no nos queremos separar de ellos. Esto, desde la perceptología comercial es clave para lograr entender por qué el mercado de bienes innecesarios va en crecimiento, por qué la fidelidad de las marcas es algo más que cultural, y por qué el mundo moderno gira al rededor de los deseos sexuales.
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ResponderEliminarme encanta tu artículo, por que la sensualidad, la sexualidad, el romance, el fetiche y el consumismo se complementan de una manera mágica logrando que la mente del consumidor logre simplemente comprar con un producto ó servicio un estilo de vida tan íntimo que lo refleja en su día a día.
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